Sus proporciones son mayoritariamente cuadradas, aunque también puede disponerse en rectángulo, y su material es terciopelo u otros tejidos nobles. 

Tomar un emblema u otro debía hacerse con sumo cuidado en una época en la que la religión era muy importante y la sociedad estaba cargada de simbolismo; sobre todo cuando el emblema debía representar un linaje. Existen miles de figuras heráldicas, y estas pueden clasificarse en virtud de aquello que representan: motivos geométricos, el bestiario, la naturaleza o actividades sociales. Para el caso español, estas últimas eran predominantes.

En España, la mayor parte de los reposteros se encuentran en las regiones castellana, catalana y vasca. Entre todas las figuras, hay algunas que se repiten en los blasones por encima de las demás representaciones, por lo que, aunque hay una gran cantidad de elementos, la mayoría usaba solo unos pocos (sobre todo borduras, castillos, bandas, estrellas, leones o árboles).